martes, 10 de marzo de 2009

DISCULPAS

Este es mi primer intento de publicar una de esas historias que siempre creo en mis cuadernos. Con ello, no quiero justificarme por nada, pero confieso que me ha sorprendido la sensación de indefensión que produce el escribir en un blog. No sabes quién está leyendo, ni siquiera si hay alguien al otro lado, leyendo lo que tú puedes o no pensar. Es una sensación de vacío un tanto extraña...

Sin embargo, ello no quita a que me comprometí a ir actualizando la historia poco a poco. Hace mucho que la tengo escrita en papel, por lo que no puedo decir que sea falta de inspiración, más bien, falta de tiempo...
Lamento si alguien la sigue con verdadero interés. Sé lo frustrante que puede resultar una actualización irregular, ya que yo he seguido algunas (y he de confesar que era de las que lo hacían en silencio, sin revelar mi presencia... ^^)

Sea como sea, a esas personas que se han interesado en esta "pequeña" historia, sólo puedo pedir mis más sinceras disculpas. U.U
No debí comenzar un proyecto como este sin estar segura de poder llevarlo decentemente. Espero que todo se solucione en el menor tiempo posible para así poder volver a explicarles mis paranóias, aún hay un par más de historias que deben ver la luz en este mismo lugar.

Gracias por su paciencia, y de nuevo, disculpen.

domingo, 28 de diciembre de 2008

Hermanos cap.17

_¡Gabriel! ¡Gabriel!

La voz de Dario se fue haciendo cada vez más clara, sacando a Gabriel de lo que le pareció un sueño profundo.
Tenía el cuerpo entumecido, y parecía clavado al suelo. Por encima de él, una luz parecía entrar por una especie de ventana de la que asomaba ¿la cabeza de su hermano?

_¡Gabriel! ¿Estás bien? – oyó que le preguntaba.

Gabriel intentó responder, pero tenía la boca seca y sólo fue capaz de soltar un gruñido de afirmación que le sorprendió incluso a él. Con pesadez, se forzó a moverse y a ponerse en pie, aunque, en la oscuridad, aún no tenía muy claro dónde quedaba el suelo y dónde no; todo parecía haberse transformado en un lugar sin forma.
Desorientado, tomó la luz como punto de referencia e intentó llegar a ella. Al ponerse de pie, recordó lo que había pasado. Estaba aún dentro del ascensor, y la ventana por la que su hermano le tendía la mano era, sin duda, la puerta que había logrado abrir entre dos plantas.

_¡Venga!¡Vamos!¡Tienes que salir de ahí! – le apremió su hermano.

_¿En qué planta estoy?- preguntó desconcertado.

_En la quinta. ¡Vamos, dame la mano! ¡Si el ascensor vuelve a caer todavía puedes salir malparado!

Gabriel le miró sorprendido.

_Ya no está aquí, se ha ido. ¿Por qué debería volver a caer?

_Ya..., vale... ¡Pero dame la mano y sal de ahí de todas formas!, ¿quieres? – casi gritó Dario.

Gabriel se apresuró a obedecerle y, con su ayuda, logró subir su adolorido cuerpo hasta el suelo de la quinta planta. Allí, permanecieron ambos unos instantes, sentados en el suelo, mientras recuperaban la respiración.

_¿Estás bien? – volvió a preguntar Dario.

_Sólo un poco magullado – le respondió.

Su hermano, exhaló un suspiro.

_¿Dónde está ahora?

Gabriel negó con la cabeza.

_No lo sé. Aquí no, creo.

Dario realizó un conjuro rápido y frente a él, apareció un demonio que le miró con los ojos llenos de rabia.

_Creía que habías muerto – comentó.

_Ya ves que no es tan fácil – contestó apartando su mirada -. Buscamos un espectro, debe estar en el edificio, ¿dónde?

El demonio abrió su boca dispuesto a replicar, pero en aquel momento vio a Gabriel, y su gesto cambió completamente. Con los puños apretados, desapareció en una cortina de humo.
No pasaron más de 30 segundos antes de que el demonio volviera.

_Está en la azotea – refunfuñó.

Gabriel se levantó del suelo con pesadez.

_Sin ascensor, nos llevará un tiempo llegar hasta allí.

Y cuando su hermano se levantaba para seguirle, pudo ver por el rabillo del ojo como el demonio se abalanzaba fuera de sí sobre él. Antes de poder avisarle, su hermano levantó una mano y, con un gesto rápido, el demonio se retorció de dolor dejando donde estaba sólo un poco de ceniza.

_¡Estúpido! – dijo pisando la ceniza con desprecio - ¿Acaso creía que no me había protegido?

_¿Estás bien? – preguntó un poco sobresaltado aún.

_Claro – replicó Dario con una sonrisa.- El día que no pueda librarme de un demonio tan básico como ese...

Su hermano le miró sin saber muy bien qué pensar. Sabía que era un mago rojo, y eso implicaba tener que tratar con demonios al igual que él. Esa era y había sido siempre su vida, no podían esperar librarse de aquella carga y vivir una vida normal por mucho que intentasen disimular frente a Gael y Aurora. Seguramente, su destino sería morir a manos de alguno de aquellos demonios con su alma condenada por toda la eternidad. Si es que aún tenían alma que condenar.... Pero, cuando pensaba que su hermano podía desaparecer tan pronto..., algo dentro de él se encogía y lloraba.
Durante todo el ascenso a la azotea, Gabriel permaneció en silencio, pensativo. Dario no sabía muy bien qué hacer. Había vuelto a encerrarse en su caparazón. A veces, parecía que Gabriel quería abrir los ojos a l mundo, incluso las cosas más inesperadas le hacían reaccionar y parecía casi feliz. Sin embargo, otras veces, sin ninguna razón aparente, volvía a encerrarse en sí mismo, como si su alma aún estuviera prisionera en aquel mundo oscuro donde le encontró. Entonces, Dario sentía que no podía hacer nada por acercarse a él.